Thursday, May 25, 2006

PERSECUCION A JUDIOS

En 1950. También hubo, por ejemplo, muchas denuncias sobre una supuesta persecución de protestantes. Éstos se habían establecido en Colombia en el siglo XIX y no habían propiciado una conversión a su credo en gran escala. Hacia 1950 constituían todavía menos del 1% de la población. Pero a medida que la Violencia se expandía, aumenta­ban los incidentes que afectaban a la comunidad protestante, como en casos de iglesias apedreadas y pastores golpeados. No hay eviden­cias de que tales ataques fueran perpetrados por orden directa del gobierno de Bogotá, ni mucho menos del Vaticano; pero a menudo aparecían funcionarios locales conservadores y sacerdotes católicos implicados en los ataques.
Desde el punto de vista de los protestantes, incluidos los del extranjero, se trataba de una verdadera ola de per­secución religiosas. La respuesta oficial a tales reclamos fue doble. En primer término, los voceros del gobierno señalaron correctamente que todos los protestantes colombianos eran liberales (como reacción na­tural a la histórica asociación entre la Iglesia Católica Romana y los conservadores); por lo tanto, supuestamente, cualquier ataque del.
que fueran víctimas era sólo consecuencia desafortunada de la lucha política que devastaba a la nación; los protestantes eran atacados no precisamente por ser protestantes, sino por ser liberales. En se­gundo lugar, el gobierno alegaba que algunos protestantes, por la vehemencia de sus ataques a las creencias y prácticas católicas, habían provocado tanta hostilidad entre los católicos locales, que éstos no podían controlarse ni contener su indignación. Una vez más, había un elemento de veracidad en el argumento, pues no todos los misioneros y conversos procedían con tacto en sus actividades proselitistas.
Por lo general los miembros de las denominaciones establecidas desde hacía mucho tiempo, como los presbiterianos (los primeros en comen­zar sus trabajos en Colombia), no eran los que recibían los golpes; la mayor parte de la hostilidad recaía sobre grupos abiertamente anticatólicos, a menudo del tipo pentecostal, que habían iniciado sus actividades en años recientes. La Segunda Guerra Mundial, que había llevado al cierre temporal de las misiones de protestantes estado­unidenses en el este de Asia, provocó un aumento de sus actividades en países como Colombia.
Sin embargo, por lo general los conservadores creían que las actividades de los protestantes debían ser restringidas. No inten­taban abolir las garantías constitucionales en lo relativo a tolerancia religiosa, pero las interpretaban de manera muy estrecha, aceptando la libertad de conciencia y el derecho a practicar ritos no católicos, pero de ninguna manera el proselitismo entre la población católica. La administración Ospina Pérez no aplicó de manera seria la anterior
. interpretación de la libertad religiosa, pero cuando Laureano Gómez llegó al poder las autoridades comenzaron a tomar medidas para li­mitar la actividad protestante. Negaban el uso de la radio para progra­mas religiosos protestantes y en muchos lugares prohibieron la distribución callejera de literatura. También culparon a los mismos protestantes por los continuos incidentes de violencia contra miem­bros de sus comunidades.

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