Thursday, May 25, 2006

COLOMBIA Y LA GUERRA DE COREA


Colombia fue el único país latinoamericano que intervino en ese conflicto, y lo hizo por decisión del presidente Laureano Gómez. La participación colombiana consistió en un batallón, además de los servicios de un barco de guerra en aguas coreanas; el gobierno reco­noció que su importancia radicaba ante todo en la expresión de solidaridad. Sin embargo, el destacamento tuvo un desempeño excelente entre todas las unidades que participaron, puso su cuota de bajas en combate y obtuvo sinceros elogios de los jefes militares de las Naciones Unidas. No había, desde Juego, ninguna razón para dudar de las cualidades de los combatientes colombianos. Lo que parecía extraño, no obstante, era que justamente cuando el país estaba atrapado en una virtual guerra civil, sus hombres estuvieran combatiendo en Corea, teniendo en cuenta que ningún otro país latinoamericano hacía lo mismo. Otras naciones habían ofrecido enviar contingentes pura­mente simbólicos, pero sólo Colombia había ofrecido una fuerza lo suficientemente grande para incorporarla a los destacamentos coreanos, estadounidenses y de otros Estados.

Los críticos de Gómez se preguntaban por qué razón este hombre, al parecer tan opuesto a los Estados Unidos durante la Se­gunda Guerra Mundial, habría de movilizar fuerzas para luchar junto con aquel país en Corea. Surgieron varias y complicadas explicaciones. Una tesis, que logró amplia aceptación en su tiempo sostenía que Gómez quería sacar del país a oficiales sospechosos de simpatizar con los liberales, enviándolos a luchar y tal vez a morir en el este de Asia. Pero esta idea, aparte de carecer de evidencias concretas, es en cierto modo improbable. Los oficiales liberales podían 'cubrirse de gloria en campos de batalla extranjeros y luego regresar al país para intentar derrocar a Gómez. Más aún, el destacamento colombiano enviado a Corea era en su mayor parte una fuerza de voluntarios; entre otros motivos, porque recibirían un suplemento salarial, un nú­mero muy superior al necesario se había inscrito para partir y las cualidades profesionales fueron el criterio principal para decidir quién podría hacerlo.
También se ha planteado -y esta ha sido la explicación fa­vorita de la izquierda colombiana- que los Estados Unidos habían ejercido presiones sobre las autoridades colombianas para enviar a jóvenes soldados a luchar y morir en el 'extranjero.
Los Estados Uni­dos no ocultaban su profundo deseo de contar con participación latinoamericana en la lucha en Corea; pero una vez más, no hay evidencias concretas para apoyar esta tesis. Incluso si se pudiera de­mostrar que hubo presión directa, todavía habría que investigar por qué Colombia, de todas las naciones latinoamericanas supuesta­mente expuestas a tácticas similares, fue la única en responder favo­rablemente. Más probablemente, se sugirió entonces y se .ha repetido siempre, Laureano Gómez quería borrar cualquier rastro de la mala impresión que su anterior actitud hubiera podido causar en los medios oficiales estadounidenses y asegurarse así un flujo continuo de ayuda económica y militar. Esta explicación parece perfectamente razo­nable y acentúa la manera como, incluso sin aplicar presiones de ma­nera abierta sobre un gobierno latinoamericano, los Estados Unidos siempre ejercen cierta dosis de coacción indirecta simplemente con sus decisiones en materia de ayuda y comercio, que afectan nece­sariamente el bienestar de América Latina. Así, pues, cualquier gobernante latinoamericano bien podría esperar que su país recibiera un tratamiento más favorable en otros asuntos si hacía algo que manifiestamente satisfaciera a los Estados Unidos, como Por ejem­plo enviar tropas a Corea.

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